El proceso de industrialización y posterior desarrollo de Taiwán ha sido
uno de los más exitosos en la historia moderna. A lo largo del siglo XX, la
isla pasó de ser una economía agrícola a convertirse en un importante centro
industrial y tecnológico.
Este proceso fue impulsado por una combinación de factores, incluyendo
políticas gubernamentales proactivas, inversión extranjera y una mano de obra
altamente calificada.
Durante el período de postguerra en Taiwán (después de que el gobierno
nacionalista se estableciera en la isla en 1949) se enfrentaron a varios
desafíos económicos y sociales.
Uno de los principales desafíos fue la falta de recursos y tierras
disponibles para el desarrollo industrial. En aquel entonces, la economía
taiwanesa dependía principalmente de la agricultura y la pesca, pero el
gobierno reconoció la necesidad de diversificar la economía y promover la
industrialización para mejorar el nivel de vida de la población.
Es así como en los primeros años del gobierno nacionalista en Taiwán,
Chiang Kai-shek implementó una serie de políticas para impulsar el desarrollo
económico y la modernización de la isla. Una de estas políticas fue la
adquisición de tierras a los terratenientes para fomentar la creación de
industrias.
Para abordar esta situación, el gobierno implementó una política
conocida como "reforma agraria" que tenía como objetivo redistribuir
las tierras y promover la industrialización.
La reforma agraria en Taiwán se llevó a cabo en varias etapas. En primer
lugar, se estableció un sistema de registro de tierras para identificar a los
propietarios y determinar la cantidad de tierra que poseían.
Luego, se llevaron a cabo negociaciones con los terratenientes para adquirir
sus tierras. Estas negociaciones fueron facilitadas por el gobierno y se
basaron en acuerdos voluntarios entre las partes involucradas.
El gobierno ofreció incentivos a los terratenientes para que vendieran
sus tierras, como compensaciones económicas y la promesa de invertir en el
desarrollo industrial.
Además, se estableció un sistema de préstamos para ayudar a los
terratenientes a diversificar sus actividades económicas y establecer nuevas
industrias.
La adquisición de tierras por parte del gobierno fue crucial para el
desarrollo industrial en Taiwán. Al obtener acceso a grandes extensiones de
tierra, el gobierno pudo establecer parques industriales y zonas económicas
especiales para atraer inversiones y promover la creación de industrias.
Estos parques proporcionaban infraestructura básica, como carreteras y
servicios públicos, así como incentivos fiscales y apoyo financiero para las
empresas que se establecían allí.
Esto atrajo a numerosas empresas nacionales e internacionales, que
comenzaron a establecer fábricas y plantas de producción en Taiwán.
Además de la adquisición de tierras, el gobierno taiwanés implementó
políticas para fomentar la educación y la formación técnica.
Se establecieron escuelas técnicas y universidades especializadas en
ciencias e ingeniería, con el objetivo de proporcionar una fuerza laboral capacitada
para las industrias emergentes.
Esto ayudó a desarrollar una base sólida de conocimientos técnicos y
habilidades especializadas en el país. Estas políticas, además de crear
y potenciar la formación de profesionales altamente calificados, facilitaron la
transferencia de tecnología desde el extranjero.
Otro factor clave en el proceso de industrialización de Taiwán fue la
inversión extranjera. El gobierno taiwanés buscó activamente atraer inversiones
extranjeras, especialmente de empresas estadounidenses y japonesas.
Estas inversiones no solo proporcionaron capital y tecnología, sino que
también ayudaron a establecer vínculos con los mercados internacionales y a
expandir las exportaciones taiwanesas.
A medida que la industria manufacturera se desarrollaba en Taiwán, el
país se convirtió en un importante exportador de productos electrónicos,
textiles, maquinaria y productos químicos.
Las empresas taiwanesas comenzaron a competir en los mercados
internacionales, ofreciendo productos de alta calidad a precios competitivos.
Esto contribuyó al crecimiento económico y al aumento de las exportaciones, lo
que a su vez generó más inversión y desarrollo industrial.
En la década de 1980, Taiwán experimentó una transición hacia una
economía basada en la tecnología y la innovación. El gobierno promovió
activamente la investigación y el desarrollo, estableciendo institutos de
investigación y otorgando subvenciones para proyectos tecnológicos.
Esto llevó al surgimiento de empresas taiwanesas líderes en sectores
como la electrónica, las telecomunicaciones y la informática.
En las últimas décadas, Taiwán ha seguido evolucionando como una
economía basada en el conocimiento y la innovación. El país ha invertido
considerablemente en investigación y desarrollo, y ha fomentado la colaboración
entre empresas, universidades e instituciones de investigación.
Además, Taiwán ha promovido la creación de empresas emergentes y ha
apoyado la incubación de nuevas ideas y tecnologías.
En resumen, el proceso de industrialización y desarrollo de Taiwán ha
sido impulsado por políticas gubernamentales proactivas, inversión extranjera y
el espíritu emprendedor del pueblo taiwanés.
Obviamente, la ayuda externa proveniente de Estados Unidos también jugó
un papel crucial, pero lo cierto es que el gobierno de la República de China en
Taiwán supo aprovechar muy bien esos recursos económicos para llevar a cabo
todos los proyectos ya mencionados.
A través de la diversificación económica, la promoción de la educación
técnica, la atracción de inversiones extranjeras y el fomento de la innovación,
Taiwán ha logrado convertirse en una economía industrializada y
tecnológicamente avanzada.
Autor: Miguel Antonio D'Hers Carnevali